Tu bocado más caro
¿Qué te parecería pagar 180 dólares americanos y comerte el sándwich de queso más caro del mundo?
Se llama Quintessential Grilled Cheese y puedes disrutarlo en el restaurante neoyorkino Serendipity 3. Como entenderás no es un bocata de queso cualquiera, además de este lácteo, lleva mantequilla de trufa, pan francés rociado con champán Don Perignon y láminas de oro de 23 quilates, que le dan un toque crujiente. Si, oro. Como lo lees.
Origen del uso del oro en la cocina
El uso del oro en la cocina no es algo novedoso, los egipcios estuvieron de nuevo a la cabeza de la innovación, como ya os contábamos en el post sobre la historia de la joyería (que puedes leer pinchando aquí). Fueron ellos los primeros en usar el metal dorado en la alimentación añadiendo partículas de oro a sus platos ya que consideraban que el uso de este metal precioso les ayudaría a mejorar su salud y encontrarse mejor. Se usó principalmente para la elaboración de panes, que los hacían con forma cónica y rociaban con polvo de oro.
Incluso los monjes taoístas dedicaron mucho tiempo a tratar de encontrar la fórmula del oro comestible, pues consideraban que así conseguirían la vida eterna.
Su nombre en el campo de la alimentación es E-175 y su uso está permitido en todo el mundo salvo en algunos países como Australia.
Proceso para hacer tu oro comestible
Lo primero que has de hacer es fundir las pepitas de oro en un crisol a 1200 grados. Ten en cuenta que cuantos más quilates, mejor.
Una vez fundido y enfriado, lo pasamos por rodillos para aplastarlo y formar una finísima lámina de oro para, acto seguido, someterlo al proceso de batido, en el que se golpea el oro hasta dejarlo con un grosor de 0,000125mm.
De esta finísima lámina vamos a sacar el polvo o las escamas que utilizaremos para cosmética o alimentos gourmet de lujo.
Extravagancias culinarias
Además del sandwich del que ya hablamos, con oro podemos encontrar también el Frrrozen Haute Chocolate Sundae, un postre por el que podemos llegar a pagar 25.000 dólares. Hecho con una mezcla de más de 28 de los cacaos, decorado con 5 gramos de oro comestible de 23 quilates y servido en un cáliz recubierto con oro comestible.
También tenemos la hamburguesa más cara del mundo, unos 2.300 dólares que, además de llevar oro, llevaba carne de wagyu y filete negro de ternera angus, langosta de río, caviar, foie gras y trufa blanca.
O el café con oro del hotel Emirates Palace en Abu Dhabi, que tuvimos la suerte de probar en un viaje por aquellas tierras.
Contadnos vuestra experiencia con el oro en la comida, ¿habéis probado algo o no os atreveis?